La verdadera disrupción de la IA no radica en reemplazar personas, sino en dejar obsoletos a quienes no sepan liderar con ella.
Aunque el 85 % de las empresas ha adoptado algoritmos, solo el 3 % obtiene resultados significativos. El problema no es técnico, sino cultural y está en el nivel del liderazgo
Muchos ejecutivos toman decisiones sin comprender la lógica algorítmica que las respalda. Esto crea una desconexión entre la tecnología y quienes la deben dirigir.
Para cerrar esta brecha, se proponen cuatro capacidades clave:
Se destacan casos como IKEA, Microsoft, IBM y Nestlé, que demuestran cómo un liderazgo activo y ético puede guiar una adopción de IA transformadora y responsable.
El mensaje central: no es la IA la que debe estar preparada, sino los líderes; deben orientarla con criterio humano, visión y responsabilidad estratégica.