Las grabadoras de voz, antaño imprescindibles para periodistas y profesionales, habían quedado relegadas con la llegada de los smartphones. Sin embargo, la inteligencia artificial ha reactivado esta categoría, ofreciendo dispositivos compactos que no solo graban, sino que transcriben, resumen y organizan información en segundos.

Plaud, una startup con sedes en San Francisco y Shenzhen, ha liderado esta reinvención con su dispositivo NotePin, que combina hardware minimalista con un software capaz de generar transcripciones ordenadas, búsquedas inteligentes y respuestas automáticas sobre el contenido grabado. El dispositivo se ha consolidado como herramienta de productividad, especialmente útil en reuniones, entrevistas o sectores profesionales que requieren precisión y rapidez en la gestión de información.

El mercado de hardware impulsado por IA está en plena expansión, con fuertes inversiones y la entrada de actores relevantes como Amazon, que también explora soluciones de grabación inteligente. Sin embargo, el sector ha visto proyectos fallidos como Rabbit R1 y Humane AI Pin, que prometieron experiencias revolucionarias, pero quedaron reducidos a funciones básicas o poco prácticas. Frente a ello, Plaud ha encontrado su nicho enfocándose en usos concretos y útiles: grabar, transcribir y organizar información sin distracciones.

China también apuesta fuerte en este terreno, con empresas como Alibaba, que lanzó una grabadora con IA bajo su plataforma DingTalk. Este dispositivo destaca por su capacidad para transcribir, resumir y traducir en más de 100 idiomas, apoyado en un laboratorio de IA entrenado con millones de horas de audio y especializado en múltiples sectores profesionales.

La gran pregunta es por qué alguien usaría una grabadora dedicada cuando los móviles ya pueden grabar. La respuesta radica en la especialización del hardware: micrófonos dedicados, mayor autonomía y aplicaciones adaptadas a necesidades profesionales (plantillas para médicos, abogados, comerciales, etc.), lo que convierte estos dispositivos en compañeros de trabajo más eficientes que un teléfono.

Más allá de la funcionalidad, existe un debate ético y legal sobre la grabación de conversaciones. Plaud, por ejemplo, ha incorporado indicadores luminosos para avisar cuando un dispositivo está grabando, reforzando la idea de transparencia y uso profesional frente a la percepción de espionaje.

A nivel estratégico, aunque Plaud tiene raíces en Shenzhen, ha reforzado su identidad como empresa estadounidense, con sede en San Francisco y almacenamiento de datos en servidores en Estados Unidos. Este enfoque busca generar confianza en un contexto global donde la privacidad y la geopolítica marcan la agenda tecnológica.

De cara al futuro, el crecimiento de estas soluciones dependerá de su capacidad para integrarse en sectores exigentes como la sanidad, donde ya compite con empresas como Abridge y Nuance (Microsoft). Estos ámbitos requieren alta precisión, seguridad y cumplimiento normativo, lo que ofrece oportunidades para empresas especializadas.

En conclusión, el regreso de las grabadoras de voz con IA no es una moda pasajera, sino la creación de una nueva categoría tecnológica. La clave está en demostrar que no son simples extensiones de funciones móviles, sino herramientas autónomas que potencian la productividad y redefinen la forma en que profesionales gestionan y procesan información.