La Inteligencia Artificial se ha convertido en la aliada estrella de la productividad moderna. Herramientas como ChatGPT, Copilot o Notion AI permiten generar ideas, redactar informes y automatizar tareas en minutos. Sin embargo, un reciente artículo de Fast Company advierte sobre un punto crítico: la IA te lleva el 90 % del camino, pero el último 10 % —la revisión, corrección y validación— puede consumir tanto tiempo que anule las supuestas ganancias.
En otras palabras, el riesgo no está en usar IA, sino en creer que ya terminó el trabajo. Ese 10 % final sigue siendo profundamente humano: interpretación, criterio y sensibilidad.
1. No delegues el juicio humano.
La IA puede escribir, diseñar o calcular, pero no puede evaluar contexto, tono o impacto emocional. Antes de aprobar cualquier resultado, asegúrate de que conserve coherencia, ética y propósito.
2. Define estándares claros de uso.
Establece guías dentro del equipo: ¿qué tareas se automatizan y cuáles requieren revisión manual? Esto evita retrabajos y mantiene la calidad constante.
3. Evalúa el costo del último tramo.
Si una tarea requiere demasiado tiempo en corrección, quizá no sea ideal para delegar a la IA. Prioriza automatizaciones de bajo riesgo o impacto inmediato.
4. Entrena al equipo en pensamiento crítico.
Más que “usar IA”, el verdadero valor está en saber cuándo confiar y cuándo intervenir. Capacita a tu equipo para identificar sesgos, errores o información inexacta.
5. Mide el impacto real.
Compara tareas antes y después de aplicar IA. Si la productividad mejora menos del 10 %, reconsidera su implementación o ajusta el flujo de trabajo.
La IA no sustituye el talento humano, lo amplifica. Pero solo si se combina con disciplina, revisión y criterio profesional. El desafío no es producir más rápido, sino producir mejor con ayuda inteligente.