Cuentos y narraciones: un regalo para el alma


¿Por qué son especiales los cuentos de hadas?

Los cuentos de hadas forman un capítulo especial en el tema de las narraciones. Durante algún tiempo se les consideró simples historias ficticias o irracionales. También se les ha acusado de perpetuar los estereotipos de género. Vamos a ver por qué no hace falta preocuparnos de nada de eso.


Dice Rudolf Steiner2... que existe un hambre en el alma, tal como el hambre aparece en el cuerpo físico; y así como necesitamos alimento físico para satisfacer nuestra hambre, también tenemos una necesidad de algo que satisfaga esta delicada necesidad de nuestra alma… El alimento que satisface esta hambre es llenar el alma con imágenes de los cuentos de hadas”.


Dice Rudolf Steiner que el efecto de un cuento de hadas sobre nuestra alma es espontáneo, elemental, y por ello permanece inconsciente. Lo que un cuento de hadas expresa no se trata de una persona en ciertas circunstancias, sino que tiene que ver con la verdad profunda de toda la humanidad. Lo que se describe en un cuento de hadas yace tan completamente en la naturaleza del alma de todos nosotros, que representa experiencia verdadera para los niños en sus primeros años, para personas de edad mediana e incluso para adultos mayores.


La maestra ______ escribe al respecto: “Qué incongruente podría haber parecido que en 1917, en las últimas fases de la Primera Guerra Mundial, Rudolf Steiner se preocupara mucho por ayudar en el establecimiento de un teatro de marionetas para niños por un grupo de discípulos suyos. En una casa en Berlín habían instalado un centro tipo guardería para niños de 4 a 12 años, donde los cuidaban mientras que sus madres trabajaban y sus padres estaban en el ejército. Steiner se implicó en todos los detalles: en cómo se manejaban las marionetas, en la iluminación, los colores de los personajes, en la forma de contar la historia… pues decía Steiner: “Debemos hacer todo lo que esté en nuestro poder para que los niños desarrollen la fantasía.”

El teatro de marionetas era un remedio para los daños de la civilización.


Cuando acabó la guerra, en 1918, acabó este teatro, pero más tarde se siguió desarrollando en los jardines de niños, no solo como marionetas sino también como títeres de mesa, con los cuales los niños incluso pueden jugar después.


“Este medio educativo tan pictórico, esta presentación creativa

llena de imaginación y fantasía, debería ofrecerse

en muchos estilos diferentes, como una manera de

activar los poderes creativos de los niños.”

--- Rudolf Steiner


Los personajes de los cuentos de hadas tienen significados especiales, pues representan arquetipos que viven en el alma del ser humano.


De manera profunda y artística, otra vez nos dice Rudolf Steiner:

Debido a que los cuentos de hadas pertenecen a nuestro sentimiento más profundo, a la vida emocional y a todo lo que está conectado con ella, son de todas las formas de literatura la más apropiada para los corazones y mentes de los niños.

De tal manera, no hay nada que sea una mayor bendición para un niño que nutrirlo con lo que reúne las raíces de la vida humana con las de la vida cósmica”.


En el siglo XIX los hermanos Grimm, en Alemania, se dedicaron a viajar de pueblo en pueblo para recolectar cuentos del folklore de la época, obteniendo una colección de más de 200 historias, que no eran consideradas necesariamente para niños. No todas estas historias son igual de hermosas y de hecho, algunas son bastante raras. También es cierto que muchas historias ancestrales de todo el mundo se pueden considerar tan hermosas e importantes como los cuentos de los hermanos Grimm.


Las imágenes originales de los cuentos de hadas no asustan a los niños, si es que los sabemos contar correctamente. Debido a su origen, es importante no alterarlas, pero sí contarlas con cuidado.

Para seleccionarlas con mayor conocimiento, encontrarás aquí un extracto de una lista de cuentos de hadas magistralmente curados y clasificados por edades por maestras expertas en el tema, al final del libro de Félix Zimmermann, El desarrollo del niño como proceso de encarnación.


Por otro lado, tenemos varios autores muy conocidos de cuentos para niños, como Charles Perrault, escritor francés, quien es principalmente reconocido por haber dado forma literaria a cuentos de hadas clásicos como Piel de asno, Pulgarcito, La Cenicienta, La bella durmiente, Caperucita roja y El gato con botas, haciendo adaptaciones en los temas fuertes que contenían los cuentos orales originales.


Hans Christian Andersen fue un gran escritor danés, y sus cuentos son hermosos, aunque a veces un tanto melancólicos.

Hay una magia en la trama y el elenco de los cuentos de hadas. Igual que los gigantes, los personajes, como el príncipe, la princesa, la rana, etc., representan una parte del ser humano; y así, cada cuento es una alegoría de algún aspecto de la búsqueda del alma. Por ejemplo, en algunos casos, la princesa representa al alma pura, que busca despertar a la vida espiritual; el príncipe es el espíritu, que tiene que luchar para reunirse con la princesa. Como decíamos antes, casi siempre el gigante representa nuestras tendencias e instintos naturales, aquello que no es racional, pero es fuerte y no piensa mucho; mientras que el duendecillo viejo, seco y refunfuñón, representa al intelecto.


Las partes de un cuento

Por lo general, los cuentos de hadas o los cuentos en general, siempre cuentan con cinco partes:

  1. Describen la vida de un ser caído en desgracia
  2. Este ser de pronto tiene que enfrentar una amenaza muy superior a sus fuerzas (que se puede comparar con el niño que enfrenta el mundo de los adultos)
  3. Surge una pequeña esperanza, la existencia de una posibilidad de salida, aunque parezca algo imposible de lograr
  4. De manera inesperada se presenta algún tipo de ayuda mágica, como venida de la nada (de la profundidad del inconsciente)
  5. Siempre llega el final feliz para el o la protagonista


La manera en que contamos los cuentos cuenta muchísimo también.

Como decíamos anteriormente, con los pequeños no hace falta hacer grandes aspavientos y drama. De hecho, es mejor contar los cuentos en un tono tranquilo y sobre todo respetando el lenguaje original del cuento.


No hace falta que nosotros demos explicaciones ni sermones con respecto al “mensaje” del cuento: los niños lo embeben a su manera y el cuento los alimenta interiormente. Puede que el mensaje no sea el mismo para nosotros que para ellos. Confía en la sabiduría propia de los cuentos de hadas y la de tus hijos.


Vistos de esta manera, los cuentos de hadas cobran un nuevo aspecto para nosotros, y nos podemos percatar de la importancia de no alterarlos.


Si te cuesta trabajo contar algo, porque no te sientas cómoda con la historia o los personajes, es mejor elegir otro cuento. Al final del cuento, no cuestionaremos ni daremos un sermón a los niños, pues ellos se llevan la imagen y el mensaje del cuento a las profundidades de su psique, de la manera que lo puedan tomar.

En los cuentos para los niños pequeños siempre es importante que el final sea feliz, pues así el niño se siente aliviado y sobre todo confiado de que puede seguir adelante en su camino sobre la tierra sin temor. El mal se presenta en los cuentos de hadas, de manera que los niños reconocen su existencia, pero lo pueden integrar. Cuando solo escuchan, sin ilustraciones, podemos decir que el mal se presenta “a la medida”. Precisamente para evitar que los niños sean afectados por escenas demasiado fuertes, y por darles cuentos a la medida de lo que pueden llevar en su mente, es por lo que resulta importante evaluar a qué edad se puede contar qué cuento.


Lista de sugerencias de cuentos de hadas por edades


Tres años: (aún no son cuentos de los hermanos Grimm)

Los tres cabritillos

La gallinita roja

El gallo Kirico

El nabo (La zanahoria)

Piojito y pulguita

Cuatro años:

Los tres cochinitos

Ricitos de oro

El lobo y los siete cabritos

Mashenka y el oso

Las gachas dulces (Sweet Porridge) (Grimm)

Los ducados caídos del cielo (Grimm)

Cinco años (Grimm):

El príncipe rana

Madre nieve

La reina de las abejas

La bella durmiente

Caperucita roja

Los músicos de Bremen


Seis años (Grimm):

Los siete cuervos

Yorinda y Yoringel

Cenicienta

Blancanieves

Blancanieves y Rojaflor


En un documento anexo encontrarás un magnífico artículo sobre el tema de cómo escoger cuentos de hadas, escrito por la maestra Joan Almon, maestra fundadora de la Alianza por la Niñez en Estados Unidos, co-directora de WECAN, la Asociación Waldorf de Primera Infancia de Norteamérica, conferencista y autora de artículos sobre todos los temas de educación para 1er septenio. A veces notarás que diferimos en las recomendaciones; por eso, no las tomes demasiado a pecho, usa tu discernimiento y tu brújula personal, como en todo.


El siguiente párrafo es un extracto de un documento que encontrarán en los Recursos anexos, La Casita de Juego

Aquí les compartimos algunos textos sobre la importancia de la “imagen”

para el alma infantil:


Lo gráfico-espiritual o, como podríamos también llamarlo, la representación

simbólica tiene todavía otro enlace en el periodo entre la segunda dentición y la

pubertad: el que el niño no capte los secretos de la naturaleza, las leyes de la vida, en

áridos conceptos intelectuales, sino, hasta donde sea posible, en símbolos. Las

parábolas para los contenidos espirituales han de acercarse al alma infantil de modo

tal que, tras ellas, el escolar vislumbre o presienta las leyes inherentes de la existencia,

en vez de captarlas conceptualmente. “Todo lo transitorio es tan sólo una parábola”;

Es de inmensa importancia que el niño reciba en imágenes los secretos de la

existencia, antes de que su alma se enfrente con ellos en forma de “leyes naturales”.

Un ejemplo para ilustrar lo que pretendemos: supongamos que hemos de hablar a un

niño de la inmortalidad del alma y de su desprendimiento del cuerpo. Lo hacemos

recurriendo a la comparación con la mariposa que surge de la crisálida: del mismo

modo, el alma se desprende de su envoltura corpórea tras la muerte. Nadie podrá

captar, en conceptos intelectuales adecuados, la realidad de estos hechos, si no la ha

recibido primero mediante una imagen, pues la parábola habla no sólo al intelecto

sino también al sentir y al alma toda del niño.


(extracto del libro: “La educación del niño a la luz de la antroposofía”)