Cuentos y narraciones: un regalo para el alma


Gachas dulces

Cuento de hadas, de los hermanos Grimm


Érase una vez una muchacha, tan pobre como piadosa, que vivía con su madre, y he aquí que llegaron a tal extremo en su miseria, que no tenían nada para comer. Un día en que la niña fue al bosque, encontróse con una vieja que, conociendo su apuro, le regaló un pucherito, al cual no tenía más que decir: "¡Pucherito, cuece!," para que se pusiera a cocer unas gachas dulces y sabrosísimas; y cuando se le decía: "¡Pucherito, párate!," dejaba de cocer.


La muchachita dio las gracias, y llevó el puchero a su madre. Y así quedaron remediadas su pobreza y su hambre, pues tenían siempre gachas para hartarse. Un día en que la hija había salido, dijo la madre: "¡Pucherito, cuece!," y éste se puso a cocer, y la mujer comió hasta que se hartó. Luego quiso hacer que cesara de cocer, pero he aquí que olvidó la fórmula mágica. “Pucherito, ¡ya no cozas!” “¡Pucherito, detente!” Y así, cuece que cuece siguió el pucherito, hasta que las gachas llegaron al borde y cayeron fuera; y siguieron, cuece que cuece, llenando toda la cocina y la casa, y luego la casa de al lado y la calle, como si quisieran saciar el hambre del mundo entero.


El apuro era angustioso, pero nadie sabía encontrar remedio. Al fin, cuando ya no quedaba más que una casa sin inundar, volvió la hija y dijo: "¡Pucherito, párate!," y el puchero paró de cocer. Más todo aquel que quiso entrar en la ciudad, hubo de abrirse camino a fuerza de comer gachas.