El camino hacia la autoconciencia está plagado de desafíos. Uno de los más grandes es enfrentar las creencias limitantes y los miedos ocultos que a menudo actúan como barreras para el crecimiento personal y profesional. Estos obstáculos, arraigados en experiencias pasadas y percepciones limitadas, pueden desviar al líder de su verdadero camino. Superarlos requiere valor, honestidad y una voluntad inquebrantable de cambio y transformación personal. En nuestro mundo actual, es fácil caer en ciclos repetitivos de negatividad como angustia, ansiedad, celos o enojo, y en los que nos hundimos cada vez más a medida que luchamos para deshacernos de ellos o simplemente reaccionamos inconscientemente, dominados por ellos. Es como estar atrapados en un bucle donde cada pensamiento negativo se retroalimenta y genera otro más, aumentando la fuerza de la negatividad y amplificando su influencia en nosotros.
En este estado tendemos a olvidarlos alcances de nuestro propio poder. Nosotros somos la fuente de nuestras propias experiencias. Cada experiencia en nuestra vida es el reflejo de nuestro estado de ser. La manera en que interactúas con el mundo y la gente a tu alrededor es el resultado directo del estado de conciencia que eliges expresar. El estado de ser que eliges es el imán que atrae a ti las energías y experiencias correspondientes a ese estado. Todo lo que vives, aunque parezca que tiene que ver con los demás o tu entorno, es solo un reflejo de quien tú eres en cada momento. Esa es la inmensidad de tu poder, el mismo poder creador de tu origen, de quien te creó a su imagen y semejanza o de donde naturalmente surgiste. No importa cuál sea tu creencia, todo está en ti.
El camino a la libertad no es hacia afuera, sino hacia adentro, me dijo mi gran amigo Mario Flores después de cumplir una sentencia de 20 años en la prisión de alta seguridad de Chicago, Illinois, por un asesinato que no cometió. A pesar de vivir en un entorno inexorablemente desolador, conocido como el “pabellón de la muerte”, donde había sido sentenciado desde los 18 años de edad, Mario no solo encontró la libertad interior, sino que también la plasmó en una prolífica obra pictórica. Esta obra fue creada en su pequeña celda de 2x3 metros y se presentó en varios países de nuestro continente y Europa. En España, le llegó la historia a un periodista que se interesó tanto por ella, que empezó a promover la liberación de Mario por parte de los Estados Unidos. Por otro lado, Mario decidió estudiar Derecho con el fin de defender tanto su propia causa como la de otros internos que, como él, habían sido incriminados injustamente. Tuvo tanto éxito que logró la libertad inmediata de 13 internos que ya esperaban fecha de ejecución, y la eventual abolición de la pena de muerte en el estado de Illinois. Este auténtico líder fue liberado después de 20 años de prisión sin que el gobierno lo indemnizara, pero sus excompañeros ahora disfrutan de libertad y de los recursos que les corresponden. Un auténtico líder que piensa y actúa por los demás, que no permite que nada sea un obstáculo, y que logra resultados excepcionales.
La libertad es una cualidad intrínseca del ser. Sin embargo, es la incesante procesión de pensamientos y la tendencia de la mente para condicionar, explicar o entender la libertad lo que nos impide alcanzarla. Para abrazar la libertad debemos dejar de enredarnos en nuestros pensamientos, dejarlos pasar como nubes en el cielo, reconociendo que son pasajeros, soltar los juicios y manejar nuestros sentimientos y emociones ante situaciones indeseables fuera de nuestro control. Mantener la negatividad por lo que sucede fuera de nosotros sólo prolonga el sentimiento de encarcelamiento y limitación. Por eso es que el camino a la libertad no es hacia afuera, sino hacia dentro, como lo descubrió Mario en su ejemplar historia.
Y, ¿cómo deshacernos de estas cadenas? Convirtiéndonos en observadores de nosotros mismos. Es decir, reconociéndonos como la Consciencia que somos y desde ahí observar al “vehículo” - mente/cuerpo -, con el que constantemente nos confundimos. Es entonces que la búsqueda se torna hacia adentro, como hizo Mario, hacia el infinito interior del ser y desde donde eres capaz de crear tu realidad. Eso es Libertad: la capacidad de crear tu realidad. Cuando mantenemos el alineamiento de nuestras aspiraciones y deseos con una convicción profunda que se alimenta de la viva emoción de que lo deseado ya está concedido, aunque aún no lo veamos, sin duda alguna lo obtenemos. Y esto no es esoterismo ni imaginación romántica, sino ley pura de la física cuántica que establece, en términos simples, que las altas frecuencias de energía que generamos al sostener la alineación de pensamiento y emoción, es decir, la coherencia de mente y corazón, producen una especie de fuerza magnética que atrae a la energía correspondiente con esas frecuencias - el evento deseado. Albert Einstein lo expresó así:
“Todo es energía. Iguala tu propia frecuencia con aquella de la realidad que deseas y esta se manifestará. No puede ser de otra manera. Esto no es filosofía. Esto es física.”
En otras palabras, no obtenemos lo que pedimos, sino lo que somos.
Como mencioné antes, somos imagen y semejanza de nuestro Creador, de acuerdo a las sagradas escrituras, o bien fractales de nuestro origen, como lo expresaría la ciencia en boca del matemático Benoît Mandelbrot (1924-2010), fractales, también conocidos como “la huella digital de Dios” debido a la llamada propiedad de autosemejanza. Podemos concluir que ciencia y religión coinciden en que somos creaturas y creadores a la vez, lo que lleva intrínseco el llamado a abrazar nuestra humanidad y manifestar a la vez nuestra divinidad. El poder creador está verdaderamente en nosotros; borremos entonces de nuestra mente la idea de ser víctimas de circunstancia alguna y asumamos el poder creador que nos transforma en los protagonistas de la vida.
Este es el llamado central de todo líder: despertar y actuar desde la conciencia de creador, para enaltecer su experiencia como criatura y la de quienes lo rodean. Un camino nada fácil, que empieza en el trabajo profundo consigo mismo.