Motivaciones más allá del yo: el poder de la intención


Una parte crucial de la autoconciencia es comprender lo que verdaderamente motiva al líder. Más allá del poder, el dinero y el reconocimiento, las motivaciones más poderosas son aquellas que trascienden el yo, el ego. Son aquellas arraigadas en el servicio a los demás, en el deseo y la intención auténtica de hacer una diferencia positiva en el mundo. Estas intenciones elevadas son las que impulsan a los líderes auténticos a alcanzar la grandeza, no sólo para sí mismos, sino para todos los que les rodean.


El propio Abraham Maslow descubre esto, poco antes de su muerte. En su diario personal publicado en 1970, Maslow reconoce que la necesidad más alta del ser humano en su famosa jerarquía mundialmente conocida, no debiese ser la autorrealización, sino la autotrascendencia, pues esta última no se limita al logro del máximo potencial del individuo de forma aislada como la primera, sino que contempla la necesidad más alta del ser humano de reconocerse y descubrirse en algo más que su propia individualidad.


Aquellos guiados solo por el viento de las utilidades pueden navegar, sí, pero a menudo se encuentran perdidos en mar abierto, a merced de la próxima tormenta. Por otro lado, los que zarpan con un propósito profundo se convierten en faros de luz, capaces de atravesar incluso las tormentas más feroces. Su brillo, además de guiarlos, ilumina el camino para otros, inspirando y elevando a toda la flota empresarial.


Como capitanes de estos barcos, los líderes empresariales tienen el deber y el poder de anclar sus estrategias en valores que trascienden los balances financieros. Cuando una empresa se compromete a hacer una diferencia genuina en el mundo, su viaje se vuelve más significativo y fluye casi sin esfuerzo, como impulsado por fuerzas misteriosas. Por ejemplo, el vendedor que cierra una venta no solo por lograr su meta de ventas, sino por la intención auténtica y el placer de contribuir al bienestar y felicidad de su cliente, genera una conexión más profunda que aquel que solo vende por el beneficio económico. Esta conexión no es resultado de argumentos racionales, sino de algo más sutil pero mucho más poderoso: nuestra frecuencia vibratoria, generada por la profundidad de nuestra intención.


La mente/cerebro y el corazón emiten, como cualquier organismo, frecuencias electromagnéticas; se ha comprobado científicamente que las frecuencias eléctricas emitidas por el corazón, de donde nace la intención de lo que hacemos, son 100 veces más poderosas que las del cerebro, y las frecuencias magnéticas son hasta 5,000 veces más poderosas. Es esto lo que genera la conexión con el cliente, de donde nace su lealtad, que es el fundamento básico para el crecimiento sostenible de cualquier negocio. Entre las instituciones que avalan estas afirmaciones están la Universidad John Hopkins, el Instituto HeartMath, el MIT y otros. 


Al final, las empresas con un propósito profundo, además de llegar a buen puerto, transforman el mar mismo, creando un ecosistema donde la prosperidad se mide, además de ganancias, en la huella positiva que dejan en el mundo. Son estos valientes navegantes los que realmente cambian el curso de la historia empresarial, demostrando que el verdadero valor radica no solo en cruzar océanos, sino en hacerlos más azules y ricos para quienes navegan y habitan en ellos.


Un vivo ejemplo de esto es el caso de John Mackey, fundador de Whole Foods Market, a quien conocí personalmente y me contó su historia. Esta empresa fue la primera cadena de tiendas en los Estados Unidos dedicada a la venta y distribución de alimentos orgánicos, libres de conservadores y pesticidas. Pero su motivación para crearla no era económica. Como solía decir John con mucha vehemencia y coraje: “Estoy cansado de ver que en este país comemos pura porquería.” Era tal su pasión por hacer algo al respecto, que invirtió la mayor parte de sus ahorros en su primera tienda de alimentos orgánicos, misma que al poco tiempo de su inauguración quedó totalmente destruida por una gran inundación. 


Destrozado emocionalmente y sin suficientes recursos para poderse levantar, anunció el cierre y quiebra de su naciente negocio. Sin embargo, la comunidad, que lo conocía bien y sabía de las intenciones más profundas de John al abrir esta tienda, respondió sorprendentemente. Los vecinos llegaban los fines de semana con sus herramientas y demás equipo, para ayudar a reconstruir el local de John. Los proveedores, a quienes ya les debía importantes sumas de dinero, lo empezaron a contactar diciendo: “Señor Mackey, no se preocupe por pagarnos hasta que pueda recuperarse.” 


Así nació Whole Foods Market, creciendo sostenidamente por un propósito profundo, nacido del espíritu de impactar positivamente al mundo de John Mackey. El impacto de esta forma de ser - también llamado cultura organizacional - se reflejaba en los altos niveles de lealtad y compromiso de colaboradores, clientes y proveedores. Por ejemplo, la rotación de personal era mínima y el comportamiento de los proveedores algo excepcional. A diferencia de la acostumbrada presión por subir los precios, sus proveedores colaboraban con John para bajarlos. Debido a la limitada oferta de productos orgánicos, su precio era elevado, por lo que parte fundamental de la misión de John se convirtió en apoyar a los proveedores para que pudieran aumentar su oferta y bajar el precio. La leal respuesta de ellos, inspirada en ese propósito profundo de Mackey, fue encontrar la forma de optimizar sus procesos y costos, de tal manera que eran ellos mismos quienes iban con John para anunciar orgullosamente cuando lograban bajar el precio para él. Ese es el tipo de impacto de un líder auténtico, de ese gran navegante que transforma el mar.