En el horizonte de este viaje de autoconciencia, se vislumbra la promesa de un liderazgo que eleva el espíritu humano. Un liderazgo que va más allá de alcanzar metas y objetivos, transformando vidas y forjando un camino hacia un futuro cada vez más brillante y esperanzador.
De hecho, las metas se desvanecen ante el descubrimiento de nuestra propia infinitud y se vuelven simples marcas, indicadores en el camino, reglas propias del juego que elegimos jugar al tomar un cuerpo. Con esta nueva perspectiva, el líder auténtico ilumina y guía su propia vida y la de quienes lo rodean, con un elevado espíritu de libertad que impulsa el vuelo hacia la plenitud del ser. Y la vida se transforma, con sus propios retos y limitaciones, en el escenario perfecto para el descubrimiento y manifestación de la divina esencia y el poder que cada uno es.