En el vasto paisaje del liderazgo, donde cada decisión y acción deja una huella en el terreno de la interacción humana, se alza majestuoso el jardín de las relaciones genuinas. Aquí, el líder cultiva relaciones valiosas, como un jardinero cuida sus plantas. Este pilar se enfoca en la importancia de conocer y valorar a cada miembro del equipo, fomentando un ambiente donde florezcan la lealtad, la confianza y el apoyo mutuo.
Este jardín, un microcosmos donde se refleja una verdad fundamental, nos recuerda que en nuestro mundo interconectado, no somos nada sin los demás. Nuestras relaciones son centrales en nuestro desarrollo personal y colectivo.
El jardín de las relaciones genuinas se basa en el reconocimiento de que todas las personas, dentro y fuera de la organización, están intrínsecamente conectadas, como lo está todo en la creación. Esta interdependencia significa que el éxito de uno es, en muchos sentidos, el éxito de todos. El líder que entiende y abraza esta interconexión se dedica a nutrir relaciones que son mutuamente beneficiosas y enriquecedoras, movido por la pasión del crecimiento mutuo en lugar del interés propio que domina las relaciones personales y de negocios en el mundo actual.
El primer paso en el cultivo de este jardín es conocer a cada miembro del equipo. Más allá de comprender sus roles y responsabilidades, se trata de apreciar sus personalidades únicas, sus historias de vida, sus aspiraciones y desafíos. Este conocimiento permite al líder proporcionar un apoyo personalizado y relevante, asegurando que cada individuo tenga lo necesario para crecer y prosperar.
Valorar a cada miembro del equipo es fundamental. Este acto de valoración se manifiesta en el reconocimiento de sus contribuciones, en la celebración de sus éxitos y en el apoyo durante sus desafíos. Es un reconocimiento de su valor no solo como profesional, sino como ser humano. Este enfoque crea un ambiente de respeto y aprecio, donde cada persona se siente valorada y parte integral del equipo.
La comunicación en el jardín de las relaciones genuinas se parece al agua que nutre las plantas, debe ser clara y constante. Además, es bidireccional. Una comunicación efectiva no solo transmite información, sino que también construye puentes de entendimiento y empatía. En este jardín, se fomenta un ambiente donde las ideas y opiniones se expresan libremente y son valoradas, creando un terreno fértil para la innovación y la creatividad.
Ciertamente, este tipo de comunicación requiere de habilidades que quizás no acostumbramos considerar, como la empatía y la escucha activa referidas anteriormente, así como la capacidad y disposición para expresar mi verdad profunda y ayudar al otro a expresar la suya. Esto, a su vez, requiere con frecuencia la modificación de marcos mentales - muchos de ellos subconscientes, como lo sugiere Fred Kofman en su libro La Empresa Consciente (Ed. Grito Sagrado, 2018). Necesitamos movernos del marco mental del arrogante donde creo que mi verdad es LA verdad, al del aprendiz donde soy consciente de que mi verdad es solo MI verdad y, por tanto, estoy abierto a escuchar e indagar con la humildad y curiosidad de un niño, la verdad del otro. Lograr esto refleja, no solo el dominio de una técnica (aprendizaje), sino un claro avance en el camino de la transformación personal.
En el jardín de las relaciones genuinas, la confianza es como el suelo fértil, esencial para el crecimiento y florecimiento de todo lo que se siembra. Un líder, como jardinero experto, sabe que sin un terreno rico en confianza, las semillas de la innovación, la colaboración y el crecimiento no pueden germinar. Se construye a través de acciones coherentes y éticas y se mantiene con transparencia y honestidad que, de acuerdo con la investigación y modelo de Patrick Lencioni, la confianza profunda se manifiesta en la capacidad de vulnerarse como líder ante su equipo. (Las cinco disfunciones de un equipo, Ed. Empresa Activa, 2023). En un ambiente de confianza, las personas se sienten seguras para tomar riesgos, compartir ideas y ser auténticas. La confianza fortalece la resiliencia del equipo y permite enfrentar y superar desafíos juntos, para asegurar la sobrevivencia y el crecimiento sostenible de la organización.
Y como todo jardín, el de las relaciones genuinas debe mantenerse libre de la cizaña que muchas veces crece sin darnos cuenta. La orientación excesiva a uno mismo, el ego, es esa cizaña capaz de cubrir por completo las plantas y los frutos propios de la confianza, y sofocarlos.
El apoyo mutuo es el florecimiento de este jardín. El líder promueve una cultura donde cada miembro del equipo se siente respaldado y valorado. Este apoyo trasciende lo profesional y toca lo personal. Reconociendo que cada persona tiene una vida fuera del trabajo, con sus propios desafíos y sueños, el líder fomenta un sentido de comunidad y pertenencia que fortalece las raíces del compromiso y la lealtad.
En este jardín, el líder se ve a sí mismo como una planta más, creciendo y aprendiendo junto a su equipo. Este enfoque humilde y colaborativo rompe las barreras jerárquicas tradicionales y fomenta un sentido de igualdad y respeto mutuo. El líder se posiciona no por encima o separado, sino como parte integral del ecosistema del equipo. Actúa más como guía que como jefe, acompañando, apoyando y sirviendo a su equipo más que controlando y dando órdenes. Este enfoque del líder servicial es una transformación radical del acostumbrado concepto del líder directivo y jerárquico que conlleva dos implicaciones fundamentales: el profundo trabajo de transformación personal de cada líder y el rediseño de programas tradicionales de formación de líderes en las organizaciones, que debe transitar de la capacitación o entrenamiento enfocados en el aprendizaje, a procesos integrales de transformación personal.
El cultivo de este jardín requiere paciencia, persistencia y adaptabilidad. No todas las plantas florecen al mismo tiempo ni de la misma manera. El líder, como un jardinero experto, sabe cuándo podar, cuándo fertilizar y cuándo simplemente observar y esperar. Reconoce que el crecimiento y el desarrollo son procesos, a la vez, individuales y colectivos.
El éxito de este jardín se mide no solo en la belleza de las flores individuales, sino en la armonía y salud del conjunto. El jardín de las relaciones genuinas es un reflejo del liderazgo auténtico, donde las relaciones son un fin en sí mismas. Representan expresiones de un liderazgo que valora a las personas por lo que son, más allá de lo que hacen. Este enfoque fortalece el sentido de pertenencia y compromiso de los colaboradores, impulsando el fruto del desempeño a nuevas alturas.
El jardín de las relaciones genuinas es un oasis de humanidad en el mundo empresarial. Es un espacio donde el respeto, la confianza y el apoyo mutuo florecen, creando un ambiente donde todos pueden crecer y prosperar. En este jardín, el líder encuentra la verdadera esencia del éxito: un equipo unido, fuerte y comprometido, capaz de superar cualquier desafío y alcanzar cualquier meta. En este jardín, se reconoce que no somos nada sin los demás y que nuestras relaciones son fundamentales para nuestro desarrollo personal y colectivo, como lo demuestran múltiples estudios al respecto. Aquí, el líder no solo cosecha resultados y éxitos, sino también relaciones profundas y duraderas, que nutren tanto a la organización como a cada individuo que forma parte de ella. En el jardín de las relaciones genuinas, el líder auténtico encuentra el verdadero significado de su rol: servir, apoyar y crecer junto a su equipo en un viaje compartido hacia la excelencia y la plenitud.