La marca de la primera infancia: ejemplo e imitación


Hoy en día estamos acostumbrados a hacer muchas cosas al mismo tiempo. Estamos hablando por teléfono y pagando en la caja del super. Desayunamos y mientras tanto, contestamos mensajes de WhatsApp. Nos estamos estacionando mientras estamos en una junta virtual por Zoom en el teléfono. A menudo ya no es posible saber cuál de las actividades que estamos realizando son conscientes y cuáles son en piloto automático.


PRO TIP: Hacer menos, observar más; estar presente aquí y ahora, un trabajo interior: eso es Ser Padres.


Durante el primer año de vida, al tiempo que fortalece su fuerza y equilibrio, tu bebé absorberá absolutamente todo lo que le rodea en su ambiente. Tienen una capacidad de percepción mucho más profunda de lo que vemos.  


Pero lo más maravilloso es: qué hacen con esas percepciones?


Las interiorizan, de manera que esas percepciones quedan impresas en su interior. Y luego irremediablemente las repiten, las replican, las ponen en práctica.


A esto le llamamos IMITACIÓN.


¿Quién no ha visto a un padre haciendo “lagartijas” y su bebé que se coloca junto para hacerlas igual?  

Los y las bebés no tienen opción: para bien o para mal, todo lo que ven, escuchan, o captan, lo tienen que imitar.



PRO TIP: ¿Eres un ejemplo digno de imitación? Tu hija te está observando y absorberá hasta los tics y gestos que te caracterizan!


El niño pequeño imita. No tiene opción: su naturaleza le impulsa a imitar; todas las impresiones del mundo penetran sin filtro, sin necesidad de discernimiento moral de lo correcto o incorrecto. Y al penetrar en su ser, esas imágenes quedan impresas en su interior. Acto seguido, el niño tendrá que repetirlas; su cuerpo sigue el movimiento que observa, su boca repite los sonidos que escucha, su mente replica los pensamientos que le rodean.   


Por ello, para poder imitar, el niño necesita claridad en el comportamiento de la persona que le sirve de modelo. El término aquí no es un juicio en el sentido de que los modelos a seguir sean personas buenas o malas. Se trata mucho más del hecho de que cuando el niño pequeño percibe, cada persona se convierte naturalmente en un modelo a seguir, algo para imitar. Pero este poder sólo puede ejercerse y desarrollarse de forma sana con un ejemplo claro y calmo del actuar.


Esto presupone que nosotros como adultos estemos totalmente presentes, aquí y ahora. En lugar de la distracción que existe hoy en todas partes, lo que necesitamos es concentración interior, la concentración que devuelve la armonía entre la acción y la palabra. 


Un consejo especial: para los niños pequeños, lo ideal es que la acción preceda a la palabra. Una fracción de segundos antes de dar una instrucción, ya inicias tú el movimiento. Esto les ayuda a seguirte.


PRO TIP: La acción debe preceder a la palabra; inicia el movimiento antes de hablar o dar instrucciones.


En un mundo ideal, la madre, el padre o la educadora actúan desde la paz interior, la compostura y la visión de conjunto; ellos mismos se encuentran en un estado de equilibrio mental. Tienen interés por el mundo, pueden ser entusiastas. La alegría crea una atmósfera amorosa y afectuosa y así forma el espacio para que el niño prospere.


PRO TIP: La alegría del cuidador o cuidadora genera el espacio para que el niño se desarrolle de la mejor manera


Sin embargo, no podemos dejar de decir que lo que aquí se presenta es solo un ideal, que en realidad a menudo está sujeto a diversas influencias y obstáculos y debe intentar alcanzarse continuamente.

Es así como los niños aprenden todo: por imitación. 


De nada sirve darles explicaciones ni entrenamientos, ni siquiera estimulación temprana: aprenderán gracias al poderoso impulso de la imitación, aunado a su incansable estado de movimiento.


PRO TIP: Para apoyar la capacidad de la imitación, los niños pequeños necesitan dos cosas: 1) ejemplos qué imitar, y 2)suficiente espacio, tiempo y calma: la oportunidad para practicar “ser”.


Hay que entender que lo que hace el niño pequeño es trabajo de verdad, adquiere habilidades que nadie más le puede enseñar. Cuando el bebé logra por fin ponerse de pie y caminar por primera vez, la dicha que lo embarga hace que valga la pena el esfuerzo. El andar erguido es el primero y más grande acto de voluntad!


Por imitación, el niño o la niña aprenderá a caminar, a hablar su lengua materna y hasta a pensar.