Hemos llegado a un tema fascinante. Aunque sucede ante nuestros ojos, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre el milagro que se da en los primeros 3 años de vida. He aquí, que en los primeros tres años del bebé somos testigos de tres increíbles hazañas que él o ella logra en el mundo físico:
Cada uno es fundamento del siguiente, y se dan de manera infalible, en este orden.
Cada matiz del habla está ligado al movimiento orgánico; la vida, para empezar, es todo gesto y el gesto se transforma interiormente en habla. Hablar, pues, es un resultado de caminar, es decir, del poder de orientar al ser en el espacio. Y el grado en que el niño sea capaz de controlar el habla dependerá en gran medida de que le prestemos una ayuda realmente sabia y cariñosa mientras aprende a andar.
Muchos defectos posteriores del aparato digestivo se deben a que el niño aprendió a hablar de forma equivocada. Y así como el habla surge del caminar y del agarrar, en pocas palabras, del movimiento, así el pensamiento se desarrolla a partir del habla. Así como al ayudar al niño mientras aprende a caminar debemos estar impregnados de amor, así al ayudar al niño a adquirir el poder del habla debemos ser absolutamente veraces; y puesto que el niño es un gran órgano de los sentidos y sus funciones físicas internas son también una copia de las espirituales, nuestro propio pensamiento debe ser claro si queremos que el pensamiento correcto se desarrolle en el niño a partir de las fuerzas del habla.
—- Rudolf Steiner, Andar, hablar y pensar
Le toma al ser humano siete años, todo el primer septenio, conquistar por completo su cuerpo físico. Hemos visto que durante el primer año será cuando se dedique a crecer con máxima intensidad.
¿Qué significa esto? Que su metabolismo estará funcionando al ritmo más acelerado que nunca más volverás a ver en su vida.
Y es bajo estas condiciones que el niño o la niña inicia su desarrollo hacia la primera meta: el andar erguido