Pensemos en un artesano meticuloso, que creando piezas únicas para cada cliente. Suena ideal, ¿verdad? Pero en el mundo de la consultoría, esta personalización extrema a menudo se convierte en una trampa. Cada servicio a medida es como un laberinto único, con un camino de venta largo y tortuoso. Aquí, el arte de la personalización se convierte en un obstáculo para la eficiencia y la escalabilidad.
El reto para los consultores tradicionales es que a menudo se centran en ofrecer servicios altamente personalizados, lo que puede llevar a procesos de venta y entrega complejos y prolongados.
Esta personalización excesiva dificulta la estandarización y la eficiencia, resultando en ciclos de venta más largos y una menor cantidad de transacciones en un periodo dado.