En la actualidad las áreas de TI ejecutan la operación y entregan servicios desde una estructura vertical, robusta y jerárquica, empleando procesos y mejores prácticas segmentadas por los silos y/o tramos de control que la conforman.
En general operan centrados en la disponibilidad y desempeño de los componentes y no del servicio como un todo o del valor esperado.
Este modelo de ejecución no necesariamente es el más afortunado para la entrega de valor, que en su mayoría está caracterizado por, disponibilidad, desempeño, flexibilidad, agilidad, calidad, interactivo y de rápida adaptación a los cambios exigidos por la estrategia y el mercado.
Por otro lado, el negocio está eufórico por lograr una transformación ágil hacia la era digital y en la mayoría de los casos este proceso le es encargado a las áreas de TI.
Tal vez solo porque lleva la palabra digital. Sin embargo, esta transformación es mucho más que realizar nuestras actividades desde una computadora o una app en la Tablet o el teléfono celular.
Exige la madurez y evolución de la estrategia, cultura y forma de operar de la organización.
Desde luego que las áreas de TI juegan un papel relevante, sin embargo, no se puede ser tan inocente como para pensar que ellos llevarán a la empresa/organización/institución a la era digital de la mano solo de aplicaciones y tecnología.
La era digital es un ecosistema complejo que debe ser atendido con respeto y seriedad, sin embargo la entrega de los servicios y/o productos deben ser consumidos y experimentados con sencillez y cierto grado de diversión.
El involucramiento a todos los niveles y escuchando a todos los actores es lo que llevará a la organización a un cambio de paradigma, la madurez, la evolución y finalmente la transformación.
La agilidad con la que esto suceda solo depende de la misma organización y sus miembros, nadie hará el trabajo por ellos.