
La Ley del Proceso enseña que el liderazgo no es un talento instantáneo ni un logro súbito, sino una construcción lenta, acumulativa y profundamente intencional. Maxwell compara el crecimiento de un líder con la inversión en el mercado financiero: los resultados no llegan por un golpe de suerte, sino por hábitos diarios que, con el tiempo, producen madurez, claridad y una influencia sostenible. El liderazgo, visto así, es un camino de formación interior antes que una posición externa.
Maxwell afirma que muchas personas creen falsamente que el liderazgo es cuestión de carisma o de circunstancias. Pero el crecimiento real surge cuando alguien comprende que no sabe lo que no sabe, y decide entrar al proceso. Este camino se manifiesta en cuatro fases progresivas:
1. Fase I: Yo no sé lo que no sé. La mayoría de las personas subestima el liderazgo y no lo estudia porque asume que no lo necesita. Como describe Maxwell, muchos estudiantes no se inscriben en cursos de liderazgo porque no se consideran líderes, ignorando que liderar es influir. Mientras una persona no entienda esto, no comenzará a crecer.
2. Fase II: Yo sé que no sé. El momento decisivo ocurre cuando intentamos liderar y descubrimos que nadie nos sigue. Allí nace la conciencia de incompetencia, que despierta el deseo de aprender. Maxwell narra cómo, en su inicio, pagó de su propio bolsillo para entrevistarse con líderes y aprender de ellos. Esta fase marca el inicio del verdadero crecimiento.
3. Fase III: Yo crezco y sé, y otros saben que sé. Cuando un líder desarrolla hábitos constantes —leer, formarse, practicar, reflexionar— comienza a percibir resultados visibles. Su influencia aumenta y los demás lo reconocen como alguien que aporta claridad y dirección. No es una transformación rápida, pero sí evidente.
4. Fase IV: Yo sigo adelante por lo que sé. En esta etapa, la habilidad de liderar se vuelve natural, casi automática. El líder no improvisa: actúa desde la experiencia integrada. Aquí está el liderazgo maduro, capaz de sostener cargas complejas y transformar ambientes enteros.
Maxwell utiliza ejemplos memorables —desde jóvenes promesas hasta figuras como Theodore Roosevelt— para mostrar cómo la grandeza es producto de rutinas ocultas. Roosevelt, inicialmente enfermizo y frágil, se convirtió en un líder formidable porque trabajó cada día en su cuerpo, mente y carácter. El mensaje es claro: el liderazgo crece en la disciplina diaria, no en los momentos públicos.
Comprender el liderazgo como un proceso de formación progresiva que requiere intención, estudio, práctica, disciplina y perseverancia.
Qué hacer (microacciones):
Herramienta / Hook:
El diario del proceso: escribe cada noche una línea respondiendo: “¿Qué hice hoy para ser mejor líder que ayer?” La constancia crea madurez.
Resultado esperado: Incremento constante de tu claridad, madurez, toma de decisiones e influencia.
Beneficio: Liderazgo sostenible, confiable y capaz de asumir mayores responsabilidades sin perder dirección.
Crecer como líder exige humildad, paciencia y perseverancia. No hay atajos. Cada día, con cada decisión, construimos el tipo de líder que llegaremos a ser. Quien honra el proceso, cosecha la influencia; quien evita el esfuerzo diario, limita su propio futuro.