
La autora plantea que las emociones no son el problema; el problema es cuando se vuelven desbordantes, persistentes o desconectadas de la realidad. Las emociones adaptativas —miedo, tristeza, alegría, ira, sorpresa— cumplen funciones esenciales: protegen, alertan, conectan y movilizan. Pero cuando no se comprenden o no se regulan, se transforman en emociones desreguladas: excesivas, constantes, reactivas o inmanejables.En este capítulo, Marian Rojas Estapé explica que la mente humana puede quedar atrapada en espirales emocionales que afectan el cuerpo, la salud y las relaciones. La clave está en comprender que sentir es inevitable, pero sufrir de manera innecesaria es opcional. Gestionar las emociones implica reconocerlas sin reprimirlas, observarlas sin fusionarse con ellas y darles un cauce que no dañe.
La autora describe varios estados emocionales que, cuando se perpetúan, se convierten en fuentes de desgaste psicológico:
Ansiedad
Es la emoción predominante de nuestra época. Surge cuando la mente se adelanta al futuro y lo llena de escenarios amenazantes. La ansiedad anticipatoria activa el cuerpo sin que exista peligro real, generando taquicardia, tensión, insomnio y dificultad para concentrarse. A mayor incertidumbre, mayor activación.
Culpa
La culpa aparece cuando juzgamos de forma rígida nuestras decisiones o cuando intentamos cargar con responsabilidades que no nos corresponden. En exceso, se convierte en castigo emocional y frena el crecimiento personal. Muchas personas viven atrapadas en “culpas heredadas” o en ideales imposibles.
Miedo
El miedo es adaptativo cuando protege. Pero se vuelve tóxico cuando surge de experiencias pasadas que ya no son actuales. El miedo no gestionado se convierte en evitación, parálisis y renuncia a oportunidades. La autora destaca que muchas personas adultas viven movidas por miedos infantiles no revisados.
Pensamiento rumiativo
Es la tendencia a dar vueltas una y otra vez a lo mismo: errores, conversaciones, escenarios negativos. La rumiación desgasta energía emocional, eleva el cortisol y mantiene al cerebro atrapado en el bucle del estrés. Impide la presencia y roba claridad mental.Con estos elementos, el capítulo muestra cómo una emoción puede convertirse en un estado permanente si no se interviene conscientemente.
La regulación emocional es la capacidad de gestionar lo que sentimos sin reprimirlo, evitando que nuestras emociones dominen decisiones, conductas o relaciones. Implica autoconciencia, pausa y capacidad de responder en lugar de reaccionar.
Qué hacer (microacciones)
Herramienta / hookLa técnica de las 3 preguntas:
Esta técnica corta el impulso emocional y activa la parte racional del cerebro.
Resultado esperado
Mayor control interno, reducción de reacciones impulsivas, claridad mental y relaciones más estables. La persona desarrolla una sensación de poder emocional: la capacidad de navegar emociones sin naufragar en ellas.
Beneficio
Una vida emocional más ordenada, relaciones más sanas y una mente menos vulnerable al estrés. La regulación emocional fortalece la resiliencia y permite vivir con mayor equilibrio.
Marian Rojas Estapé concluye que la madurez emocional no consiste en no sentir, sino en sentir sin perderse. Las emociones son parte esencial de la experiencia humana, pero no están hechas para gobernar nuestra vida. Madurar es permitir que las emociones pasen por nosotros sin convertirse en dueñas de nuestras decisiones.Cuando aprendemos a gestionar lo que sentimos, recuperamos el equilibrio interior. Y desde ese equilibrio —no desde la tormenta— podemos tomar decisiones más sabias, amar con más calma y vivir con mayor claridad. La gestión emocional es, así, un puente hacia la libertad interior y hacia una vida donde realmente pueden comenzar a suceder cosas buenas.