El siglo XXI ha instalado un clima emocional marcado por la incertidumbre. Crisis políticas, económicas y sociales, así como transformaciones tecnológicas aceleradas, generan en trabajadores y organizaciones la sensación permanente de no tener piso firme. Esta inestabilidad —señala el autor— no es una anomalía: es la condición estructural de nuestra época. Frente a ello, las empresas tienen dos caminos: operar desde el miedo o reconstruirse desde una mirada más humana, capaz de integrar vulnerabilidad, sentido y cuidado. Resiliencia organizacional propone esta segunda vía: revisar el modo en que vivimos y trabajamos, para crear culturas capaces de sostenerse y transformarse.
El libro parte del reconocimiento de un fenómeno global: la imposibilidad de controlar todas las variables del entorno. El autor cita episodios personales y académicos donde la incertidumbre no es solo un concepto, sino una experiencia palpable que afecta decisiones, relaciones y estados emocionales. Las personas —y por extensión las organizaciones— oscilan entre esperanza y temor, generando comportamientos defensivos, rigidez estructural y agotamiento. La resiliencia surge entonces como una competencia necesaria para navegar contextos donde la certeza dejó de ser la norma.
Un aporte fundamental del capítulo es la crítica a lo que el autor llama “presupuestos no examinados”: ideas asumidas que estructuran la vida laboral sin que nadie las cuestione. Entre ellas destaca:
Véliz insiste en que el trabajo nunca ha sido exclusivamente técnico. Es un espacio donde se activan emociones, valores, vínculos, expectativas y sentido. Las empresas, al ignorar estas dimensiones, producen trabajadores desconectados, fatigados o resignados. El capítulo defiende la necesidad de comprender la organización como un ecosistema vivo, donde conviven identidad, ética, aspiraciones, creatividad y fragilidad humana. Incorporar esta mirada transforma el liderazgo, la comunicación y la toma de decisiones, abriendo paso a culturas más conscientes, apreciativas y cohesionadas.
Reconocer que la vida humana —emocional, relacional, espiritual— atraviesa inevitablemente la vida laboral. El trabajo no es solo un rol: es un espacio vital donde se experimenta sentido, desgaste, crecimiento y pertenencia.
Qué hacer (microacciones)
Herramienta / hook
“Mapa de supuestos invisibles”
Resultado esperado
Una organización que reconoce la complejidad humana, cuestiona sus automatismos y crea culturas de mayor conciencia y cohesión.
Beneficio
Mayor bienestar, comunicación más honesta, liderazgo más humano y una base emocional que permite enfrentar la incertidumbre con fortaleza colectiva.
Repensar el trabajo desde la vida —y no al revés— es el primer paso para construir organizaciones resilientes. Cuando la empresa reconoce su propia fragilidad y la de quienes la componen, deja de operar desde el control y adopta una mirada más humana, ética y transformadora. En esa apertura surge un nuevo modo de vivir el trabajo: uno que permite resistir, reinventarse y avanzar con más sentido.