Capítulo 2 — El lugar de las personas en la empresa moderna




Introducción conceptual


Durante décadas, muchas organizaciones han operado bajo la premisa de que las personas son recursos sustituidos por procesos, métricas y resultados. Esta mirada reduccionista —que privilegia la eficiencia técnica por sobre la experiencia humana— ha generado un vacío profundo: trabajadores desconectados, culturas frágiles y equipos que funcionan sin identidad ni sentido. Resiliencia organizacional denuncia esta omisión y plantea un giro cultural: volver a mirar a las personas como el núcleo de toda organización que aspire a prosperar en un entorno complejo. El capítulo explora cómo la deshumanización del trabajo erosiona los vínculos, empobrece la creatividad y debilita la resiliencia interna.


Desarrollo e interpretación


“Trabajadores fantasmas” y pérdida de sentido


El autor introduce la potente metáfora de los “trabajadores fantasmas”: personas que, aunque cumplen sus tareas, se sienten invisibles dentro de la organización. Operan mecánicamente, sin reconocimiento, sin espacios de expresión y desconectadas de sus pasiones y proyectos vitales. Este fenómeno —explica Véliz— no surge por falta de capacidades, sino por falta de un entorno que permita a los colaboradores experimentar propósito y pertenencia. La invisibilidad emocional deteriora la vitalidad de la organización y afecta directamente su capacidad de innovar, adaptarse y sostenerse.

Lo técnico vs. lo humano: la fractura cultural


Una de las tensiones más profundas en las empresas modernas es la separación artificial entre lo técnico (eficiencia, procesos, indicadores) y lo humano (emociones, valores, vínculos). Esta dicotomía crea culturas laborales donde lo esencial queda fuera de las conversaciones: el miedo, la alegría, la creatividad, la frustración, el sentido. El autor critica que la formación laboral tradicional se centre únicamente en habilidades técnicas, ignorando dimensiones como la empatía, la confianza o la colaboración significativa. Esta fractura cultural genera organizaciones competentes pero internamente frágiles, incapaces de sostener la salud emocional de sus equipos.

La necesidad de identidades laborales con dignidad


El capítulo subraya que los trabajadores no buscan solo empleo: buscan identidad. Necesitan un rol que los represente, espacios donde sus valores sean reconocidos y la posibilidad de sentirse útiles, apreciados y respetados. La dignidad laboral no es un ideal abstracto, sino un factor determinante para la resiliencia: cuando las personas se sienten vistas y valoradas, se comprometen más, colaboran mejor y pueden enfrentar adversidades con mayor fortaleza. Una organización que cuida la identidad de sus miembros fortalece simultáneamente su propia identidad institucional.


Aplicación práctica (Playbook)


Crear una cultura donde las personas sean tratadas como sujetos de valor —no como funciones— y donde su identidad, dignidad y sentido laboral sean parte central del sistema organizacional.

Qué hacer (microacciones)

  1. Mapear experiencias invisibles: identificar prácticas que generan sensación de anonimato o despersonalización.
  2. Establecer rituales de reconocimiento auténtico: no ligados solo a métricas, sino a comportamientos humanos valiosos.
  3. Incorporar conversaciones de identidad: preguntar a los colaboradores qué los motiva, qué los lastima y qué necesitan para sentirse parte.
  4. Formar a líderes en competencias humanas: escucha activa, acompañamiento emocional, empatía y mirada apreciativa.
  5. Revisar los sistemas de recompensa: que celebren no solo resultados, sino también cooperación, ética y aprendizaje.

Herramienta / hook

“Termómetro de identidad laboral”

  1. Preguntar: ¿me siento visto?, ¿me siento escuchado?, ¿mi trabajo tiene sentido?, ¿puedo ser yo mismo en este lugar?
  2. Evaluar las respuestas a nivel individual y colectivo.
  3. Diseñar acciones para cerrar brechas y fortalecer la pertenencia.

Resultado esperado

Colaboradores más comprometidos, culturas más cohesionadas y una organización que reconoce el valor humano como su activo más estratégico.

Beneficio

Mayor estabilidad emocional, aumento del compromiso genuino, reducción del desgaste laboral y un entorno capaz de sostener procesos de cambio y adversidad.

Reflexión final


Cuando la organización olvida a las personas, las personas aprenden a olvidar a la organización. Pero cuando una empresa decide ver, reconocer y dignificar a quienes la componen, surge una fuerza colectiva capaz de sostener cualquier desafío. Este capítulo invita a recuperar el valor más básico y, a la vez, más transformador del mundo laboral: la humanidad como centro y motor de toda resiliencia.