El autocuidado es presentado por Véliz como uno de los cimientos más determinantes de la resiliencia organizacional. Sin bienestar humano no existe vínculo sano, liderazgo ético ni capacidad adaptativa. Aunque en muchas empresas el cuidado suele reducirse a programas aislados o beneficios superficiales, este capítulo revela que el autocuidado es, en realidad, un principio cultural y estratégico. Implica rediseñar la forma en que comprendemos el trabajo, la energía, los límites y la salud emocional. La resiliencia sostenible solo es posible cuando la organización configura prácticas y relaciones donde las personas pueden recuperarse, equilibrarse y sentirse protegidas.
El autor destaca que una organización que aspire a la resiliencia debe crear un nuevo contrato interno: un acuerdo implícito o explícito donde el bienestar no se delega ni se posterga, sino que se integra como eje de funcionamiento. Este contrato reconoce que las personas no son máquinas, que el agotamiento afecta la calidad del trabajo y que las emociones forman parte legítima de la vida laboral. Promover este nuevo contrato implica cuestionar la cultura del sacrificio excesivo, normalizar la pausa y validar la necesidad humana de descanso y recuperación.
La resiliencia organizacional no depende de un solo actor. La responsabilidad del bienestar es compartida. Las personas deben asumir prácticas de autocuidado, pero también necesitan un entorno que lo habilite. El autor advierte que muchas empresas exigen bienestar sin ofrecer condiciones, o esperan resiliencia sin proveer contención. La corresponsabilidad implica que:
Sin esta sinergia, el autocuidado se vuelve un discurso vacío.
El capítulo subraya que los mandos medios tienen un rol crítico: son el puente entre la estrategia y la vida cotidiana del trabajo. Su forma de gestionar, de conversar y de sostener emocionalmente a los equipos puede potenciar o desgastar la resiliencia interna.A la vez, el liderazgo superior debe sostener la visión y garantizar coherencia cultural; sin su compromiso, cualquier iniciativa se diluye. Por su parte, los trabajadores aportan la experiencia diaria y la sensibilidad que permite identificar riesgos de desgaste, tensiones internas o necesidades emergentes. La resiliencia del autocuidado es un tejido colectivo donde cada nivel jerárquico aporta algo indispensable.
Una estrategia profunda que integra el bienestar como un valor organizacional, fomentando prácticas conscientes de cuidado personal y comunitario.
Qué hacer (microacciones)
Herramienta / hook
“Semáforo del bienestar”
Resultado esperado
Equipos emocionalmente equilibrados, entornos más seguros y líderes capaces de sostener la salud colectiva a través de prácticas constantes de cuidado.
Beneficio
Reducción del estrés, mayor compromiso, aumento de la productividad sostenible y una cultura capaz de regenerarse en lugar de desgastarse.
El autocuidado es la raíz que alimenta la resiliencia. Sin él, cualquier esfuerzo organizacional se vuelve frágil y temporal. Este capítulo recuerda que el bienestar no es una moda ni un privilegio: es una condición necesaria para actuar ética y creativamente en un mundo incierto. Cuidar a las personas no solo mejora el clima laboral: multiplica la capacidad de la organización para sostenerse, reinventarse y avanzar con humanidad.