Los factores críticos de éxito representan aquellas prácticas, comportamientos y valores que permiten que la resiliencia organizacional no sea un esfuerzo aislado, sino una cultura viva y cotidiana. Véliz plantea que, para sostener resiliencia en entornos inciertos, las empresas deben cuidar con especial atención cuatro dimensiones: el clima colaborativo, la comunicación nutritiva, el trabajo en equipo apreciativo y la ritualización de prácticas que otorguen sentido colectivo. Estos elementos, aunque a veces invisibles o subvalorados, son los que verdaderamente determinan si una organización puede adaptarse, unirse y fortalecerse frente a la adversidad.
Un clima colaborativo es más que la ausencia de conflicto: es la presencia activa de cooperación, apertura y ayuda mutua. En culturas donde predomina la competencia interna o el individualismo, la resiliencia se debilita. El autor sostiene que la colaboración debe convertirse en un valor explícito y cotidiano, capaz de unir a las personas alrededor de desafíos comunes. La colaboración mejora la creatividad, reduce la incertidumbre y fortalece el sentido de comunidad.
La comunicación es un acto emocional, no solo informativo. La comunicación nutritiva —como la denomina Véliz— es aquella que respeta, valida, escucha y construye. Este tipo de comunicación permite que las personas se sientan cuidadas y permite resolver tensiones sin deteriorar relaciones. Por el contrario, las comunicaciones abruptas, ambiguas o autoritarias generan desgaste emocional y rompen la resiliencia. Una cultura resiliente conversa con empatía, claridad y propósito.
El trabajo en equipo apreciativo se basa en reconocer las fortalezas individuales y colectivas, en lugar de centrarse solamente en los problemas o déficits. La apreciación es un motor psicológico poderoso: fortalece la autoestima, promueve la motivación y genera un ambiente donde las personas se atreven a proponer, innovar y participar. Los equipos apreciativos sostienen diálogos de crecimiento, celebran pequeñas victorias y convierten los errores en oportunidades de aprendizaje.
Las organizaciones resilientes utilizan rituales para fortalecer su identidad y cohesión. Los rituales pueden ser ceremonias, agradecimientos, pausas reflexivas o instancias simbólicas que recuerdan por qué trabajamos juntos. Celebrar hitos, reconocer esfuerzos y marcar cierres ayuda a procesar emociones, consolidar aprendizajes y mantener viva la energía colectiva. Sin ritualización, el trabajo se vuelve mecánico; con ella, el trabajo adquiere sentido.
Un conjunto de factores humanos y culturales que permiten que la resiliencia sea sostenible y se integre a la vida diaria de la organización.
Qué hacer (microacciones)
Herramienta / hook
“Cuadrante del Cuidado Organizacional”
Resultado esperado
Una cultura robusta donde las personas se sienten respaldadas, motivadas y conectadas, incluso en momentos de tensión o incertidumbre.
Beneficio
Mayor cohesión emocional, compromiso sostenido, menor desgaste y una organización que aprende, celebra y se reconstruye permanentemente.
Los factores críticos de éxito no son prácticas accesorias: son la arquitectura emocional que sostiene a la organización. Cuando el clima, la comunicación, el trabajo apreciativo y los rituales se cultivan de manera consciente, la empresa adquiere una fuerza colectiva que excede cualquier manual o protocolo. Este capítulo nos recuerda que la resiliencia es una construcción diaria hecha de conversaciones, vínculos y actos simbólicos que otorgan sentido y humanidad al trabajo.