La resiliencia organizacional no se valida únicamente en teoría; se revela con claridad en momentos de crisis profunda. En este capítulo, Véliz comparte uno de los casos más ilustrativos y conmovedores: la experiencia de la empresa Gerdau Aza durante el terremoto y posterior tsunami que afectó a Chile. Este episodio extremo se transformó en un laboratorio real donde se puso a prueba la fortaleza emocional, ética y comunitaria de una organización completa. A partir de este caso, el autor muestra cómo la adversidad puede activar las capacidades más nobles de una empresa: solidaridad, liderazgo ético, cohesión y acción colectiva orientada al bien común.
El terremoto dejó a gran parte de la comunidad sin recursos materiales ni estabilidad emocional. En medio del caos, la organización reaccionó con una postura profundamente humana: los trabajadores, junto con sus familias, se organizaron espontáneamente para reunir alimentos, armar cajas de ayuda y distribuirlas en las zonas más afectadas. La empresa, una vez recuperada la mínima estabilidad, reconoció el esfuerzo colectivo y organizó un rito de sanación y agradecimiento para toda su comunidad laboral. Este gesto honró la entrega de las personas y marcó un hito en su historia cultural.
El caso destaca un elemento central: la resiliencia no ocurre en solitario. Frente a la emergencia, los líderes formales e informales actuaron con ética, coherencia y sensibilidad, movilizando a la comunidad desde la solidaridad y no desde el miedo. El liderazgo que emergió no fue jerárquico, sino profundamente humano: flexible, convocante, protector y orientado al bienestar común. La empresa no solo respondió a la crisis; la enfrentó con dignidad y cohesión, demostrando que los valores declarados pueden —y deben— convertirse en acciones concretas, especialmente en tiempos límite.
El autor subraya que este caso ejemplifica la esencia de la resiliencia organizacional: una comunidad laboral capaz de unirse, actuar y sostenerse mutuamente en condiciones extremas. La solidaridad, la creatividad, la unión y la ética se volvieron las fuerzas que permitieron a la empresa atravesar el impacto emocional y material del desastre. Esta experiencia reveló que la resiliencia no depende solo de protocolos o estructuras; depende, sobre todo, de la calidad humana y relacional que la organización ha cultivado antes de la crisis.
La resiliencia aplicada: la capacidad de una organización para activar solidaridad, liderazgo ético y cohesión en situaciones críticas, convirtiendo la adversidad en oportunidad de fortalecimiento cultural.
Qué hacer (microacciones)
Herramienta / hook
“Protocolo humano de emergencia”
Resultado esperado
Una comunidad laboral capaz de responder a la adversidad con cohesión, dignidad y creatividad, fortaleciendo su cultura y su sentido de pertenencia.
Beneficio
Mayor capacidad adaptativa, liderazgo humanizado, equipos más sólidos y una identidad organizacional enraizada en valores reales.
El caso de Gerdau Aza demuestra que la resiliencia organizacional no es solo resistencia, sino humanidad en acción. Cuando una crisis golpea, lo que sostiene a una empresa no son los indicadores ni los procesos: son las personas y los valores que comparten. La adversidad revela quiénes somos como comunidad. Y, en este caso, mostró que una organización capaz de cuidarse y cooperar puede transformar el dolor en fortaleza y el caos en una profunda reafirmación de sentido colectivo.