“Cuando el estrés se activa, el cerebro toma el control para protegernos, no para ayudarnos a reflexionar.” — Géraldine de Radigues
Para comprender por qué reaccionamos de forma automática bajo presión, es necesario entender cómo funciona el cerebro frente al estrés. La autora explica que nuestras respuestas no son fruto de una falta de madurez emocional ni de incapacidad profesional, sino de un mecanismo biológico profundamente arraigado cuya prioridad es una sola: la supervivencia.
Este capítulo permite al lector observar sus reacciones desde una nueva perspectiva. En lugar de juzgarse por “perder el control”, aprende a reconocer qué parte del cerebro está actuando y por qué, abriendo así la posibilidad de intervenir conscientemente en el proceso.
Desde el enfoque neurocognitivo que utiliza la autora, el cerebro puede entenderse como un sistema compuesto por varias capas funcionales:
En una situación de calma, estas áreas colaboran. Bajo estrés intenso, esta cooperación se rompe.
Cuando una situación se percibe como amenazante —ya sea física, emocional o simbólica— el cerebro reptil toma el mando. Su función es detectar el peligro y activar una respuesta inmediata.
Este sistema no analiza matices ni evalúa consecuencias a largo plazo. Su lógica es binaria: seguridad o peligro. En el contexto laboral, esto explica por qué una reunión, una crítica o un plazo ajustado pueden generar reacciones tan intensas como si se tratara de una amenaza real.
El cerebro reptil no distingue entre un peligro físico y uno simbólico. Para él, perder credibilidad, ser humillado o sentirse incompetente puede vivirse como una amenaza vital.
Cuando el cerebro reptil se activa, el cuerpo entra en modo supervivencia:
En este estado, el individuo busca reaccionar rápido para salir del peligro percibido. Aparecen entonces respuestas automáticas que no siempre son adecuadas para el entorno profesional, pero que resultan coherentes desde una lógica biológica.
El problema surge cuando este modo se activa de manera repetida y sostenida. La persona ya no responde a situaciones excepcionales, sino que vive permanentemente en alerta.
Uno de los efectos más desconcertantes del estrés es la sensación de “no pensar con claridad”. La autora explica que esto ocurre porque, cuando el cerebro reptil domina, el acceso al cerebro prefrontal se reduce.
En términos simples: el cerebro prioriza la rapidez sobre la reflexión. Por eso, bajo estrés:
No es falta de inteligencia ni de competencia. Es una consecuencia directa de la activación del sistema de supervivencia.
El modo supervivencia es un estado neurobiológico automático que se activa cuando el cerebro percibe una amenaza y prioriza la protección por encima del razonamiento.
Chequeo corporal de 30 segundos: antes de responder a una situación tensa, escanear cuerpo, respiración y emoción dominante. Este gesto simple ayuda a reactivar el prefrontal.
Mayor lucidez bajo presión y disminución de reacciones impulsivas.
Capacidad de responder con coherencia y profesionalismo incluso en contextos exigentes.
Comprender el funcionamiento del cerebro bajo estrés devuelve poder personal. Cuando sabemos qué parte de nosotros está reaccionando, dejamos de identificarnos con el impulso y recuperamos la posibilidad de elegir. La conciencia neurológica se convierte así en el primer paso hacia una gestión del estrés más humana y eficaz.