“Detrás del estrés siempre hay un miedo que no ha sido nombrado.” — Géraldine de Radigues
Después de crear el espacio neutro, el siguiente paso es utilizarlo para investigar con profundidad. La autora propone dejar de tratar el estrés como un problema en sí mismo y empezar a verlo como una consecuencia. El estrés no es la raíz; es el síntoma visible de algo más profundo que busca ser reconocido.
Este capítulo invita a un ejercicio de honestidad personal: atreverse a mirar detrás de la tensión inmediata para descubrir el miedo, la creencia o la inseguridad que realmente está en juego. Solo así el estrés deja de repetirse y comienza a transformarse.
La herramienta central de este capítulo es el método de los «dos por qué», una forma sencilla y poderosa de acceder a la causa real del estrés.
Ante una situación estresante, la autora propone preguntarse:
El primer por qué suele señalar el hecho externo: una reunión, un retraso, una crítica, un imprevisto. El segundo por qué revela el contenido interno: un miedo, una creencia o una herida activada. Este segundo nivel es donde reside la verdadera palanca de cambio.
Uno de los errores más frecuentes es intentar eliminar el estrés sin comprender su origen. La autora explica que, mientras se actúe solo sobre la superficie, el estrés reaparecerá bajo otras formas.
El estrés surge cuando el cerebro detecta que no estamos preparados —emocional o simbólicamente— para una situación. No es el evento lo que crea el malestar, sino lo que ese evento despierta internamente. Entender esto devuelve responsabilidad y poder personal: si el estrés es consecuencia, entonces puede transformarse.
Al aplicar el método de los «dos por qué», suelen emerger miedos recurrentes:
Estos miedos rara vez se expresan de forma explícita en el trabajo, pero influyen profundamente en la conducta. Cuando no se reconocen, gobiernan las decisiones desde la sombra. Cuando se nombran, pierden fuerza y pueden ser abordados con acciones concretas.
Identificar la causa del estrés no es un ejercicio meramente reflexivo. La autora insiste en que la comprensión debe traducirse en acción.
Una vez reconocido el miedo subyacente, la persona puede preguntarse:
La acción consciente, incluso mínima, tiene un efecto inmediato: el cuerpo se relaja y la mente recupera claridad. El estrés disminuye porque el mensaje ha sido escuchado.
Identificar la verdadera causa del estrés implica reconocer el miedo o la creencia que se esconde detrás de la reacción de tensión.
La hoja de los dos por qué: escribir la situación estresante, responder dos veces “por qué” y cerrar con una acción concreta asociada al miedo descubierto.
Reducción rápida del estrés recurrente y mayor sensación de control personal.
Capacidad de actuar de forma directa y consciente, evitando la acumulación de tensión y fortaleciendo la confianza personal.
Cuando el estrés se comprende como consecuencia y no como causa, deja de ser un enemigo difuso. Se convierte en una señal precisa que orienta hacia una acción justa. Nombrar el miedo y responder con conciencia transforma la presión en claridad y el bloqueo en movimiento.